ISBN 978-612-47909-8-0

Reseña

La poesía oval de Paúl Sandoval
Un huevo cósmico o huevo del mundo es un tema mitológico y cosmogónico usado en los mitos de creación de muchas culturas y civilizaciones: africanas, hinduistas, budistas, chinas, japonesas, laponas, polinesias, mesoamericanas y, claro, andinas. Representa el inicio de algún tipo, desde la creación del mundo hasta la instauración de modos de ser y de actuar en la vida. El mito del huevo cósmico se remonta a tiempos primordiales y de alguna manera persiste en la actualidad. No solo de él habría nacido el sol, la luna, los astros, las plantas, los animales y el ser humano, como lo grafican innumerables mitos y leyendas de casi todas las culturas; también desde el siglo XX una serie de teorías científicas sobre el Big Bang han postulado el replegamiento y la reexpansión del universo a partir de un conjunto de masas y energías que adoptarían una forma oval.
De otro lado, en el Perú, su presencia mítica la podríamos encontrar en numerosos mitos como, por ejemplo, el referido por Antonio de la Calancha (1639) sobre el dios Sol que había enviado a la tierra tres huevos (de oro, plata y cobre) de donde nacerían, respectivamente, los hombres nobles, las mujeres de estos, y los runas o mitayos con sus mujeres y familias. O bien lo que se cuenta en Hombres y dioses de Huarochirí, entre otras cosas la historia de cinco huevos depositados misteriosamente en el cerro Condorcoto, uno de los cuales contenía el futuro dios transformador Pariacaca, mientras que de los cuatro restantes nacían cuatro halcones que se convertirían en sendos hombres “que hacían cosas maravillosas.”
Es en esa línea que se puede entender Ovoscopia (examen o valoración del huevo), el nuevo libro de Paúl Sandoval, quien se inserta dentro de esa tradición mítica-poética que se ha señalado. Tanto por su estructura -compuesta por veintiún estancias de diez cuartetos, que se corresponden con los veintiún días que el huevo debe ser incubado para que de él nazca un ave- como por su complejo, intrincado y por momentos peligroso desarrollo y accidentado camino hacia la luz, el libro es el espacio ideal, representado por el corral, donde se fermentan todas las fuerzas y potencialidades del inminente poeta, de quien se espera, naturalmente, “cosas maravillosas”.
Pero así como ese relato va gestando el nuevo ser que corregirá maneras reñidas con el amor, la solidaridad y la justicia, su discurso, a veces tranquilo, otras sobresaltado, avanza con sus emplumados y finos versos por un cauce que se alimenta a sí misma de manera que hace posible que la poesía esté presente desde su inicio y que vaya construyendo y prefigurando el mundo anunciado, requerido y amado por su contexto material, es decir, su corral, su querencia, su terruño.
Ovoscopia, con su originalidad poética que tiene en el mundo rural, cotidiano y doméstico su manera más propia, empática y auténtica, expresa lo más íntimo y primordial de la vida y lo eleva a la categoría del mito, que es uno de los rasgos constitutivos de la poesía. Además, lo entronca no tanto con la tradición poética actual vinculada al ruido urbano, a la incuria y al escepticismo generalizado, pero sí a la visión prístina y fundadora de lo más propio y resistente del mundo andino y de casi todas las civilizaciones atentas a lo Ignoto, el cual se revela sobre todo mediante mitos cosmogónicos o con buena poesía atravesada por ellos, tal como la practica sutilmente el poeta Paúl Sandoval.

Sandoval Palomino, Paúl

Ayacucho,