Sabemos que la educación, pública o privada, es el sistema fundamental del Estado como proceso de transformación de una sociedad; por lo tanto, debiera ser la más importante decisión de lineamientos que adopte cualquier gobierno. En la práctica, no se da. Simplemente transcurre como una tortura para las/os niñas/os de la sociedad en la edad más trascendental de su formación. Sin equivocarnos, podemos afirmar que se juega con sus sueños, y son las frustraciones las que se siembran en detrimento de su felicidad futura. Lo curioso es que hace 50 años, en el Perú ya se había decidido, planificado, programado, implementado, e incluso logrado aplicarse, un sistema educativo formativo que iba por este camino y que duró escasos cinco años.
El contenido de este texto, recopilado con verdadera pasión, es el resultado de experiencias aprendidas, vividas y desarrolladas desde el momento que comprendí que para ser maestra/o se necesita tener la oportunidad de formarse y descubrirse como tal para conocer sus implicancias. Yo tuve la suerte de participar en el extraordinario curso de Entrenamiento Docente del año 1970, donde 420 maestras/os de todo el Perú y de todas las especialidades y grados, fuimos seleccionados mediante el concurso a nivel nacional que convocó el Ministerio de Educación con motivo de la reforma educativa que se implementaba aquel año.