La devoción al Señor de los Milagros tiene sus inicios históricos en el Perú del 1600. Pero como cristianos sabemos muy bien que hace 2000 años, Jesús, el Hijo de Dios, se encarnó en el seno de María Virgen y pone su morada entre nosotros.
Como toda historia, también esta devoción se forja bajo signos de luces y sombras, esclavitud y liberación, muerte y vida. No faltan abusos, pero tampoco faltan testigos capaces de amar a Dios y dar sus vidas por Él. Su testimonio y santidad iluminan el panorama de estos inicios de evangelización y nos hace percibir los signos del Resucitado que vive en medio de nosotros.