Este poema nació de una acuciosa lectura – realizada por el autor en la Biblioteca Paley de Temple University, durante su estadía como catedrático en dicha Universidad- del libro Santa Rosa de Lima, poema heroico de D. Luis Antonio de Oviedo y Herrera, Conde de la Granja, publicado por el sello Administración del Perú Católico en la ciudad de Lima el año de 1867.
A partir de dicha lectura Santiváňez trabajó -durante tres años- las 31 silvas (modélica del Barroco áureo manejada con capricho poético moderno actual) que componen el texto. Investigó así mismo varios libros emblematicos del Barroco de Indias, como por ejemplo Armas Antárticas de Juan de Miramontes y Zuázola (Edición crítica de Paul Fibas), entre otros documentos.
El poema construye una imagen moderna de Santa Rosa de Lima -de los días actuales- sin dejar de ser un retrato de nuestra Santa limeña en el siglo XVI y XVII. Es decir, se trata de Santa Rosa de Lima, aquella de las clásicas hagiografías pero también -simultáneamente- es una joven Rosa de Lima de los tiempos que vivimos.
El poema está dedicado a una de aquellas Rosas de la Lima de nuestra actualidad e igualmente -con toda devoción- a Isabel Flores de Oliva, Rosa de América y Las Filipinas, la Santa más grande y milagrosa de la Historia.
Piura,
Doctorado en Poesía